El Pacto fue consecuencia de la campaña militar del rey castellano, iniciada en 1245. Tras atacar localidades como Alcalá la Real o Íllora, su Consejo decidió atacar la ciudad de Jaén, que había quedado aislada, tras conquistar los cristianos las tres vías de acceso desde Granada: El Camino Viejo, que iba por el Puerto Alto y el Puente la Sierra; el Camino nuevo, por Pegalajar, en el que había sido tomado el castillo de La Guardia; y el Camino de Alcalá, que quedó interrumpido tras la toma de Martos.
El asedio de Jaén se prolongó durante ocho meses y la situación llegó a ser desesperada. A la vista de que no podía hacer nada por salvar la plaza, Alhamar se presentó ante Fernando III, se declaró su vasallo y le entregó la ciudad,[1] mediante la firma del Pacto de Jaén.
Contenido
El Pacto recogía dos aspectos bien diferenciados:
Por un lado, Fernando III recibía por vasallo al rey de Granada, quien además debía entregarle 150.000 maravedíes anuales. Se establecía también una tregua de 20 años entre ambos reinos y Alhamar se obligaba a no hacer la guerra con terceros, sin autorización de las Cortes de Castilla.
Por otro lado, se fijaban las fronteras entre ambos reinos. Estas fronteras no fueron modificadas, prácticamente, en los dos siglos y medio siguientes, hasta la conquista de Granada por los Reyes Católicos.
Trazado de las Fronteras
En el Reino de Jaén, la frontera con Granada estuvo situada en la cadena de sierras del Sistema Subbético, situadas en el sur de la actual provincia de Jaén. Se trata de una cadena montañosa de cierta altura (entre 1.600 y 2.000 m s. n. m.) que funcionó como defensa natural del reino nazarí. De oeste a este, el límite discurría por los siguientes lugares:[2]