Los crímenes de guerra alemanes en la Unión Soviética se refieren a los crímenes de guerra cometidos por las tropas de la Alemania nazi durante la Operación Barbarroja, el plan nazi para la invasión de la Unión Soviética. Los preparativos de esta operación se iniciaron el 18 de diciembre de 1940, cuando Adolf Hitler ordenó a sus generales preparar un plan para la invasión de la Unión Soviética. Seis meses más tarde, comenzó a ejecutarse la Operación Barbarroja que sería la primera fase de la Gran Guerra Patria, denominación concedida por el pueblo ruso a la guerra contra la Alemania nazi. Este conflicto fue acompañado por el exterminio de poblaciones civiles. La guerra nazi-soviética de 1941-1945 fue muy probablemente, la guerra más sangrienta de la historia humana, con un total estimado de más de 30 millones de muertos.
De parte de los poderes del Eje una ideología racista desempeñó un papel primario a comienzos de la Segunda Guerra Mundial y condujo a muchos crímenes de guerra contra la población civil soviética durante la invasión alemana y ocupación de Rusia (1941-44). Aproximadamente 20 millones de civiles en la Unión Soviética perdieron sus vidas durante la guerra como un resultado directo o indirecto de las operaciones de combate y a su vez masacres cometidas por fuerzas nazis en medio de una política de aniquilación sistemática.
La guerra conducida por el Reich en la Unión Soviética estuvo muy particularmente compuesta de aspectos complementarios, militar (objetivo de desaparición total del Ejército Rojo), pero también político (liquidación de un Estado y de sus instituciones), humano (exterminación o reubicación de grandes capas de la población) y económico (esclavización económica de poblaciones, pillajes extremos, destrucción de la infraestructura y de los medios de producción no útiles para las necesidades inmediatas del Tercer Reich. Estos aspectos conformaron un proyecto de conjunto reivindicado por los teóricos nazis: la creación de un Lebensraum al Este que sería edificado sobre las cenizas del mundo eslavo llevado a un estado pre-civilizacional. Para organizar el espacio conquistado, era indispensable una «limpieza» del mismo. Heinrich Himmler sería encargado de esta tarea por una directiva firmada por Wilhelm Keitel el 16 de marzo de 1941.
Por su amplitud sin precedentes (20 millones de alemanes portaron en algún momento el uniforme de la Wehrmacht en el frente ruso,[1] mientras que cerca de 35 millones de soviéticos fueron movilizados entre 1941 y 1945,[2] hasta 65 millones de soviéticos se encontraron en territorios ocupados por los alemanes, 17 millones fueron desplazadas hacia el Este en 1941 para escapar de esta ocupación[3]) y por las consecuencias trágicas que conllevó en la vida y el destino de decenas de millones de seres humanos, este proyecto ideológico así como sus puestas en marcha concretas, constituyó sin duda un fenómeno único en la historia europea. Esta voluntad de aniquilación desempeñó un rol esencial en las inmensas pérdidas en vidas humanas que tuvo la Unión Soviética entre 1941 y 1945. Salvo los comandantes de los Einsatzgruppen y algunos altos mandos, en particular el mariscal Wilhelm Keitel (ejecutado en la horca después de los juicios de Núremberg), la mayoría de oficiales superiores de la Wehrmacht, del RSHA y de la Waffen-SS que participó en las masacres cometidas en la Unión Soviética no fueron procesados por estas acciones después de la capitulación de Berlín del 9 de mayo de 1945.
Plan previo a la invasión de junio de 1941
El 31 de marzo de 1941, Adolf Hitler reunió a sus generales para informarles que la guerra contra la Unión Soviética tendría una "naturaleza especial". Declaró: El comunismo no ha sido ni nunca será para nosotros un camarada. La lucha que va a entablarse es una lucha de exterminio.[4]
Antes de que las fuerzas armadas alemanas invadieran la Unión Soviética, los soldados recibieron órdenes que precisaban claramente la naturaleza de la Operación Barbarroja: se trataba de una guerra diferente a todas las campañas anteriores, se trataba de una "guerra entre ideologías", en la cual el adversario no podía ser considerado como "camaradas en armas".
Balance
La comisión de historiadores conformada con ocasión de la Perestroika en 1987 estimó las pérdidas de este conflicto en 26,2 millones (alrededor del 16% de la población de la Unión Soviética en 1940), de los cuales más de 10 millones eran soldados y oficiales soviéticos (6,8 millones de muertes directas y 3,8 millones de prisioneros de guerra muertos a manos de la Wehrmacht), 11 millones fueron pérdidas civiles directas y 5 millones pérdidas civiles indirectas.[5] El número de soldados del Ejército soviético muertos en combate representa cerca de 5.000 muertes por día, es decir, pérdidas cuatro veces más elevadas que aquellas sufridas por el Ejército imperial ruso sobre este mismo frente entre 1914 y 1917.[6] Las pérdidas del ejército alemán en el Frente Oriental se estimaron en 2 millones de muertos y desaparecidos.[7] Entonces, la guerra nazi-soviética de 1941-1945 fue, muy probablemente, el conflicto más sangriento de la historia humana, con un total estimado de más de 30 millones de muertos.
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Hilberg, Paul (1998). La destruction des Juifs d'Europe. París: Fayard.