Batalla de las Equínadas (322 a. C.)
La batalla de las Equínadas fue uno de los combates navales de la guerra lamiaca (323-322 a. C.), que disputaron la armada macedonia de Clito el Blanco y la ateniense. AntecedentesLa guerra lamiaca o helénica la disputaron una coalición de ciudades entre las que se contaban Atenas y las de la Liga Etolia y Macedonia tras la muerte de Alejandro Magno en el 323 a. C.[1] Las ciudades-Estado griegas nunca habían aceptado de buena gana la hegemonía macedonia, impuesta por la fuerza, pero había sido uno de los últimos actos de Alejandro, el Decreto de Exiliados del 324 a. C. el que había agudizado el descontento, especialmente en Atenas, donde los preparativos para la guerra contra Macedonia empezaron incluso antes de la muerte del monarca.[2] El Decreto de Exiliados, que ordenaba el regreso de todos los exiliados y la restauración de su ciudadanía y propiedades, se entendió como una vulneración por parte del rey macedonio de la autonomía de las ciudades. El edicto era particularmente desagradable para los atenienses porque significaba que la isla de Samos, posesión de la ciudad desde el 366 a. C. y poblada por clerucos, tendría que ser devuelta a los samios. En vez de someterse a la nueva ley, los colonos atenienses apresaron a los oligarcas samios que volvieron a la isla y los despacharon a Atenas.[3][4] El apogeo de esta, alcanzado en la Época de Pericles en el siglo V, había pasado, pero la ciudad contaba aún con copiosos recursos financieros y con una flota de entre doscientas cuarenta y cuatrocientas naves.[5] Al llegar la noticia de la muerte de Alejandro, los atenienses desempeñaron un papel fundamental en la formación de una liga que pretendía recuperar la autonomía de las ciudades-Estado. Los aliados batieron primero a los beocios filomacedonios y luego —merced en parte a la deserción de la caballería tesalia que se pasó a sus filas— al virrey macedonio de Grecia, Antípatro, que tuvo que refugiarse en la ciudad de Lamía, donde los coligados lo asediaron.[6] Antípatro pidió refuerzos terrestres y navales al resto del imperio, lo que desencadenó una campaña naval macedonia en el mar Egeo dirigida por Clito el Blanco contra la armada ateniense de Evetión, que había intentado evitar que los socorros macedonios pasasen de Asia Menor a Europa por el Helesponto.[7][8] Fuentes históricas y localización de la batallaLas dos fuentes principales sobre las batallas navales de la guerra lamiaca son Diodoro Sículo y, en menor medida, Plutarco.[9] Pese a la importancia de estos combates en el resultado de la contienda, la información es escasa y ambigua y ni siquiera se sabe con certeza cuántos fueron ni dónde se disputaron.[10][11] Diodoro (18.15.8-9) se limita a afirmar: «Clito mandaba la flota macedonia, compuesta por doscientas cuarenta naves. Venció al almirante ateniense Evetión en dos batallas navales y destruyó numerosos barcos enemigos cerca de las islas llamadas Equínadas».[12] Además, la Crónica de Paros, narración escrita precisamente en mármol de esta isla, refiere una batalla cerca de Amorgos, en la que obtuvieron la victoria los macedonios, mientras que otras inscripciones datadas en torno al 320 a. C. mencionan una batalla librada en Abido, en el Helesponto.[12] En el texto de Diodoro no queda claro si hubo dos o tres batallas, lo que ha hecho que los historiadores modernos hayan planteado varias posibilidades. La reconstrucción tradicional de los acontecimientos aventura que hubo una primera batalla en el Helesponto, según lo que afirman las inscripciones, en la que vencieron los macedonios, y que les permitió que su ejército cruzase a Europa. A esta le siguió la de Amorgos, y luego la de las Equínadas. El que estas estén en el mar Jónico, en la costa occidental de Grecia, supone un problema añadido, ya que esta situación hace el combate incompatible con una guerra que se disputó principalmente en el mar Egeo y en las costas orientales de Grecia. Por ello T. Walek propuso (Revue de Philologie 48, 1924, pp. 28 y ss.) que las islas en cuestión fuesen las Licadas del golfo Maliaco, cerca de Lamía, mientras que J. S. Morrison (The Journal of Hellenic Studies 107, 1987, p. 95) sugirió que el lugar de la batalla fueron los islotes aledaños al Cabo Aquino.[12][13] Más recientemente, A. B. Bosworth afirmó que el pasaje de Diodoro no resumía todos los combates navales de la guerra, sino únicamente los librados en el mar jónico, probablemente los que los macedonios disputaron con los etolios, que reclamaban para sí Eníadas, en la costa de Acarnania. Bosworth supuso que los atenienses enviaron una flota para colaborar con los ellos, y que hubo efectivamente dos batallas junto a las Equínadas en la primavera del 322 a. C., en la que los atenienses fueron derrotados. La flota macedonia debió de volver luego al Egeo, donde combatió y venció definitivamente a los atenienses en Amorgos.[14] Esta hipótesis ha ido ganando peso en las obras posteriores de los estudiosos,[15][16] a pesar de que otros como John R. Hale prefieren la cronología tradicional de las batallas, y sitúan la de Amorgos antes de la de las Equínadas.[17] Otros historiadores como Edward M. Anson tampoco aceptan la hipótesis de Bosworth y prefieren la interpretación tradicional, en la que las Equínadas se hallan cabe el golfo maliaco y la batalla que se libró junto a ellas fue posterior a la de Amorgos.[18] Sea cual sea el lugar donde se disputó la batalla, Diodoro hace hincapié en las graves pérdidas que tuvieron los atenienses en ella. En consecuencia, los expertos que colocan la batalla tras la de Amorgos creen que fue el tiro de gracia a la armada ateniense, que casi no había sufrido menoscabo en esta.[19][20][21] ConsecuenciasLos sucesivos reveses navales, la llegada de refuerzos macedonios y la derrota de los aliados griegos del sur en la batalla de Cranón, hizo que los atenienses solicitasen la paz.[22][23] El acuerdo que puso fin al conflicto comportó la pérdida del derecho a voto y la expulsión de doce mil de los ciudadanos más pobres de la ciudad (los thetes) y la limitación del sufragio a los ciudadanos más ricos, lo que supuso el final de la democracia ateniense clásica. Además, Antípatro acuarteló una guarnición en el cerro de Muniquia, cercano a El Pireo, desbaratando así el poder naval ateniense y eliminando la independencia política de la ciudad.[24][25] Referencias
Bibliografía
Enlaces externos
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