La academia fue creada con el nombre de Colegio de Infantería en Toledo en 1850. El 17 de octubre de 1875, tras haber sido trasladada temporalmente a Madrid, se instaló en el Alcázar de Toledo.[2] Desapareció en 1882 al ser absorbida por la recién creada Academia General Militar, pero volvió a constituirse como Academia de Infantería cuando la Academia General Militar fue disuelta en 1893.
Tras la creación de la Academia General Militar en 1927, la Academia de Infantería se convierte en Academia de Aplicación de Infantería. Disuelta la Academia General Militar en 1931, la Academia de Infantería se fusiona con las Academia de Caballería de Valladolid y de Intendencia,[3] situación que se mantendrá hasta el inicio de la guerra civil española en el año 1936.
Destruido el Alcázar, sede de la academia, en el inicio de la Guerra Civil, la formación de oficiales, en ambos ejércitos contendientes, reviste distintas orientaciones, instaurando las fuerzas franquistas las Escuelas de Alféreces Provisionales y, posteriormente, las Academias de Transformación, en las que se lleva a cabo, durante los tres años de duración de la contienda, la formación de los oficiales.[4][5]
En octubre de 1939, terminada la Guerra Civil, la Dirección General de Reclutamiento y Enseñanza Militar restablece las Academias especiales de las Armas.[6] El primer director en la nueva etapa sería el Coronel de Infantería habilitado Santiago Amado Lóriga. La construcción del actual edificio de la Academia se llevó a cabo por presos republicanos usados como fuerza de trabajo.
En 1974 la Academia se fusionó con la Escuela de Aplicación y Tiro de Infantería, que tenía su sede en Madrid,[2] al igual que lo hicieran las demás Academias de las armas con las respectivas Escuelas de Aplicación.
Sede
La sede histórica del Alcázar de Toledo ya había sufrido un incendio en 1887 y resultó completamente destruida durante el asedio ocurrido durante la Guerra Civil.[2]
Al acabar la guerra, la Academia de Infantería estuvo instalada provisionalmente en Zaragoza, en el edificio de la Academia General Militar, y en Guadalajara, en la sede del colegio de las Adoratrices.[7] A partir del curso 1948–1949 regresó a Toledo, a un edificio de nueva construcción, obra de los ingenieros militares teniente coronel Manuel Carrasco Cadenas, teniente coronel Arturo Ureña Escario y teniente coronel Julio Hernández García. En su construcción, que duró seis años, participaron trabajadores forzados dependientes del Patronato para la Redención de Penas por el Trabajo.[8] El edificio, de estilo neorrenacentista y neoherreriano, armoniza bien con el Alcázar, situado justo en frente.[9]