Años 1930 en CantabriaLos años 1930 en Cantabria, como en el resto de España, coincidieron con la implantación de la Segunda República tras el derrumbe de la monarquía borbónica, arrastrada por la caída de la dictadura impuesta por Miguel Primo de Rivera en 1923. Primer sistema democrático establecido en España, las intenciones reformistas del régimen republicano azuzaron una reacción en contra que fructificó en el contexto de la Gran Depresión y el ascenso de los fascismos en Europa. Cantabria, durante la década de 1930, experimentó una progresiva politización de su sociedad, hasta el momento caracterizada por la apatía política, que contribuyó a desarrollar incipientes pero dinámicos comportamientos democráticos, aunque la progresiva polarización ideológica desembocaría en violencia tras al golpe de Estado del 18 de julio de 1936. Sorpresivamente la provincia mantuvo su lealtad a la legalidad vigente tras el fracaso de la sublevación (gracias a la descoordinación de los golpistas y la eficaz reacción de las fuerzas del Frente Popular), luchando en el lado republicano hasta la conquista de la región por parte de las tropas franquistas en el verano de 1937. La Segunda RepúblicaEl 14 de abril se proclama la Segunda República Española. Santander amanece republicana entre el júbilo de unos y el estupor de otros, que no se explicaban tan inesperado cambio por unas elecciones municipales. La Diputación Provincial celebró su última sesión el 23 de abril, bajo la presidencia de J. A. Morante y con la asistencia de los señores Pereda Elordi, Cordero Arronte, Labat Calvo y Lastra Serna. La Segunda República nació en un 'contexto muy adverso –el de la Gran Depresión y el ascenso de los fascismos—, impidiendo su consolidación la confrontación entre dos bloques sociopolíticos dispuestos a desbordarla, desde la derecha y la izquierda. Por la izquierda el proletariado industrial y agrario vio frustradas sus demandas más básicas y acuciantes (condiciones laborales dignas, acceso a la propiedad rural, una elemental seguridad social), deslizándose hacia posiciones revolucionarias. No obstante siempre presentó serias dificultades para organizar un frente común a causa de las diferencias (ideológicas, estratégicas y tácticas) que enfrentaban a anarquistas, social-revolucionarios, social-demócratas, comunistas. Por la derecha las clases medias rurales y urbanas, profundamente religiosas, horrorizadas ante las transformaciones sociales y el fantasma de la revolución, se aliaron con la alta burguesía preocupada por las demandas de las clases trabajadoras, el cuestionamiento de su hegemonía política y, en definitiva, la alteración del status quo. Reacción, militarismo y fascismo cristalizaron en una solución autoritaria. En definitiva, durante el crítico período de los años 30 se evidenciaron las fuertes contradicciones y tensiones que el proceso de desarrollo —industrialización, urbanización, proletarización- provocaba en un país aún mayoritariamente rural, agrario y tradicional. En Cantabria, caracterizada mayormente por una baja violencia, la República siguió en su desarrolló un esquema similar, aunque dotado de características propias:
De este modo, los procesos electorales durante la República alcanzaron una vitalidad nunca vista anteriormente, consecuencia de la libertad de expresión, la movilización del electorado, el abanico ideológico de las fuerzas en contienda y la organización y dinamismo de las formaciones políticas. Vitalidad e, incluso, virulencia en la confrontación electoral que no derivó, salvo excepciones, en la violencia abierta, caracterizándose las jornadas de votación por la tranquilidad y la ausencia de incidentes de consideración. Respecto a los resultados, si la circunscripción se caracterizó por su sesgo conservador, este no fue abrumador, manteniéndose un cierto equilibrio político entre izquierda y derecha. Fue durante los años de la República cuando se plantearon los primeras iniciativas autonomistas, sustentadas en las posibilidades descentralizadoras que auspiciaba la Constitución de 1931. Así, en el seno de la Diputación Provincial se estudiará la posibilidad de elaborar un estatuto de autonomía, llegando a nombrar una comisión preparatoria en julio de 1936. Asimismo, el Partido Federal elaboró en 1936 un Estatuto de Autonomía para un Estado Federal Cántabro-Castellano, que no pudo aprobarse por el estallido de la Guerra Civil. Como consecuencia de la contienda y la marginación subsiguiente de estas tendencias se utilizó menos el nombre de Cantabria, que a nivel oficial quedó relegado a las federaciones deportivas, únicas en las que Cantabria seguía figurando como región. La guerra civilSublevación frustradaDespués de la sublevación militar del 18 de julio de 1936, Cantabria permaneció fiel al gobierno legítimo de la República, pero su aislamiento del resto del territorio republicano impidió una eficaz resistencia. La capital fue conquistada en agosto de 1937, y la llamada batalla de Santander concluyó el 1 de septiembre del mismo año, cuando toda la región (salvo Tudanca y Liébana, que caerían en el ataque a Asturias) pasó al llamado bando nacional (franquista). El fracaso de la rebelión en Cantabria causó sorpresa en todos aquellos que tenían asumida la imagen conservadora, tradicional, rural y católica que velaba las importantes transformaciones socioeconómicas y culturales experimentadas por la región desde finales del siglo XIX. Las causas del fracaso golpista serían, por tanto, de dos tipos: estructurales y coyunturales. Estructural fue la pujanza y vitalidad alcanzadas por el movimiento obrero en Cantabria durante el primer tercio del siglo, especialmente la ugetista Federación Obrera Montañesa, plasmada en la fortaleza y expansión del sindicalismo en las áreas industriales y su incipiente penetración en algunos ámbitos rurales. Su capacidad de movilización y la celeridad con la que reaccionaron sus dirigentes en las primeras horas del alzamiento, llenando el vacío de poder generado por la incapacidad de respuesta de las autoridades provinciales, contrastaron con la descoordinación de las tramas golpistas, militares y civiles. Las coyunturales, en gran medida consecuencia de la anterior, fueron diversas circunstancias acaecidas antes y durante la rebelión militar:
Restitución del orden y autonomía de factoAbortada la rebelión las fuerzas del Frente Popular se centraron en la reconstrucción del orden, la centralización del poder (fracturado por la virtual independencia de los Comités Locales) y la detención de los actos incontrolados (muchos asesinatos se produjeron al albur del derrumbe de la legalidad: unos 800 muertos y 343 desaparecidos), mediante la designación de un Comité de Guerra (julio de 1936). Con el nombramiento de Juan Ruiz Olazarán como gobernador civil (agosto de 1936) se busca la reconstitución de la autoridad y la legalidad, focalizando las funciones militares en una Comisaría de Defensa (septiembre de 1936) dirigida por Bruno Alonso. El mando del II Cuerpo, como parte integrante del Ejército del Norte, se encarga a García Vayas. En febrero de 1937 la Junta de Defensa de Santander es sustituida por un Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos, aunque sólo la primera permanece íntegramente en territorio republicano. La constitución ex novo de estos organismos (a los que la legislación central se adaptará a posteriori), el aislamiento de la cornisa cantábrica respecto al grueso del territorio republicano y la escasa coordinación de las tres provincias crearon en Cantabria una virtual situación de autogobierno, lo que influyó en una valoración positiva del autonomismo (cuestión, no obstante, que republicanos y socialistas aplazaron hasta la finalización de la guerra). Se produjo, sin embargo, una paulatina restitución de las instituciones republicanas, lo que en la práctica generó un sistema mixto de poder. Aunque el objetivo principal estuvo claro desde el principio: limitar los impulsos revolucionarios y reconstituir el poder central para lograr ganar la guerra, ello no evitó divisiones y luchas de poder entre los diferentes grupos políticos y sindicatos. La marcha del conflicto derivó además en el incremento de las detenciones políticas (en total 4500 encarcelados). Respecto a la prensa, la dirección de los periódicos fue asignada a comités obreros. Las consecuencias del golpe y el estado de guerra también descoyuntaron la economía regional, afectada por la huida de directores, gerentes y administradores, por la carencia de materias primas (a causa del aislamiento por tierra y el bloqueo marítimo) y por la necesidad de imponer el racionamiento; lo cual se agravaría con la llegada de refugiados de otras provincias. El establecimiento de una economía de guerra obligó a una intervención directa de las autoridades públicas en el sistema productivo. La Gobierno cántabro fue desde un principio consciente de constituir la pieza más frágil del bloque republicano del norte, por el menor desarrollo económico de la región respecto a los vecinos asturianos y vizcaínos, y por la hostilidad de una extensa población conservadora. Los cántabros, por tanto, serán los más interesados en respetar la autoridad del Gobierno central republicano y en coordinarse con las otras dos provincias, buscando el apoyo, en un difícil equilibrio, de la revolucionaria Asturias y de la autonomista y conservadora Vizcaya. Nunca se logró una auténtica coordinación, y en la práctica las tres provincias actuaron como tres bloques autónomos. Desde Cantabria se lanzaron varias ofensivas militares: contra Burgos en diciembre del 36; sobre el Páramo de Lora para cortar las comunicaciones entre Burgos y el frente de Vizcaya en febrero del 37… Santander, además, hubo de soportar sucesivas incursiones aéreas, con bombardeos indiscriminados sobre la población (lo que redundó en represalias como la del buque-prisión Alfonso Pérez), pero el grueso de la contienda en el norte de la Península se produjo durante el verano de 1937. La caída del frente norteLa Campaña del Norte, emprendida por las tropas franquistas y desarrollada entre abril y noviembre de 1937, acabó con el área del Cantábrico controlada por los republicanos. En Cantabria las operaciones tuvieron lugar entre agosto y septiembre, tras la conquista de Vizcaya por las tropas franquistas (lo que provocó la ingente afluencia de refugiados vascos, agravando la difícil situación de la provincia). El 6 de agosto se constituía la Junta Delegada del Gobierno en el Norte, presidida por el General Mariano Gamir Ulibarri, integrada por los gobiernos de Euskadi, Asturias y Cantabria y encargada de coordinar la defensa frente a la ofensiva franquista. Para tal misión contaba con cuatro cuerpos de ejército: el XIV (vasco), el XV (cántabro) y los XVI y XVII (asturianos). Frente a ellos el General Dávila dirigía 6 brigadas navarras y 2 castellanas, más 3 divisiones y 1 brigada del cuerpo expedicionario italiano. La ofensiva se articuló mediante dos líneas de avance:
El 24 de agosto las tropas vascas vinculadas al PNV firmaban la rendición con los mandos italianos (Pacto de Santoña). El 25 capitulaba Santander, donde penetraban las fuerzas italianas en la madrugada del 26. Y el 1 de septiembre el ejército franquista alcanzaba el límite con Asturias. Las causas de la derrota republicana fueron varias:
Bibliografía
Véase también
Enlaces externos |